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El oficio de vivir o de jardines ajenos

julio 17, 2008

Piensa mal, no te equivocarás.

Un clavo saca otro clavo, pero cuatro hacen una cruz.

No es que a cada uno le suceden cosas según un destino, pero las cosas sucedidas las interpreta cada uno, si tiene fuerzas, disponiéndolas según un sentido, es decir, un destino.

Esperar es también una ocupación. Lo terrible es no esperar nada.

La poesía no es un sentimiento, es un estado. No un entender, sino un ser.  

La mujer que engaña a otro para ir contigo te engañará a ti para ir con otro. Todo lo que una mujer sepa hacer para favorecerte, recuerda que sabrá hacerlo para favorecer a otro en lugar de a ti. Pero tú sabes que estas cosas son como el mito, sólo tienen valor cuando se las cuenta. ¿ Y entonces ?

Soy tu amante, y por eso, y por consiguiente, tu enemigo.

El sexo, el alcohol, la sangre. Los tres momentos dionisíacos de la vida humana: no podemos huir; o lo uno o lo otro.

Tener coraje y tener razón: los dos polos de la historia. Y de la vida. El uno, por lo general, niega al otro.

Quiero hacer una obra que al primero que sorprenda sea a mí mismo.

El amor tiene la virtud de desnudar, no a los dos amantes uno frente de otro, sino a cada uno de los dos ante sí mismo.

Las cosas se consiguen cuando ya no se desean.

Señal segura de amor es desear conocer, revivir, la infancia del otro.

Para expresar la vida, no sólo hay que renunciar a muchas cosas, sino tener también el valor de callarse esta renuncia.

Quien tiene una pasión dominante, odia en función de ella al género humano, porque todos le parecen, en relación con su pasión, rivales o en cualquier caso, resistencias.

Llegará un día en que mi fe en la poesía dará envidia.

Sucede que yo me he vuelto un hombre cuando aprendí a estar solo; otros, cuando han sentido la necesidad de compañía.

Por lo general, está dispuesto a sacrificarse por oficio quien no sabe dar un sentido a su vida de otra manera.

Todo el arte es un problema de equilibrio entre dos opuestos.

El amor es la más barata de las religiones. Y la más imprescindible. Hace años que me defino como agnóstico. Sería hora de cambiar. Pero tal vez ya sea tarde.

El origen de todos los pecados es el sentimiento de inferioridad, llamado también ambición.

La literatura, el alcohol, la promiscuidad y las drogas son las defensas frente a las ofensas de la vida.

No cuenta la experiencia para un artista. Cuenta la experiencia interior.

Hacerse amar por piedad, cuando el amor nace sólo de la admiración, es una idea muy digna de piedad.

Hay que confesar que he pensado y escrito muchas trivialidades en los últimos tiempos. Lo confieso: pero ¿hay algo más trivial que la muerte y la falta de amor?

Razonamiento de enamorado: si me hubiese muerto, ella continuaría viviendo y riendo y corriendo a favor del viento. Pero me ha dejado, y continúa viviendo y riendo, etc. Así que supongo que debo estar muerto.

Los filosófos que creen en el absoluto lógico de la verdad no han tenido nunca que discutir nada decisivo con una mujer.

La soledad verdadera, es decir, sufrida, lleva consigo el deseo de matar.

Es fácil ser bueno cuando no se está enamorado.

Para entender que estar celoso carnalmente es una estupidez, hay que haber sido un libertino

Amar sin reservas mentales es un lujo que se paga, se paga, se paga muy caro.

No hay absolutamente nadie que haga un sacrificio sin esperar compensación. Todo es cuestión de mercado.

Si la única educación la puede dar el dolor, me pregunto por qué está filosóficamente prohibido ensañarse contra el prójimo, educándolo de la mejor manera.

¿Por qué el verdaderamente enamorado desea continuar, la vitalidad de las relaciones? Porque la vida es dolor y el amor gozado es un anestésico, ¿ y quién desea despertarse en medio de la operación?

La soledad es sufrimiento. La pareja es sufrimiento. El amontonamiento es sufrimiento. La muerte es el final de todo.

Las putas trabajan a sueldo. ¿Pero qué mujer se entrega sin haber calculado?

Nada en la vida vale la pena de ser pagado más allá de su valor. Pero el sentimentalismo consiste precisamente en el trastorno de los valores.

La dificultad de cometer suicidio está en esto: es un acto ambicioso que se puede cometer solamente cuando haya sido superada toda ambición.

Esto es definitivo: de la vida, podrás tenerlo todo menos que una mujer te llame «su hombre». Y, hasta ahora, toda tu vida estaba fundada en esta esperanza.

Juzgando objetivamente. ¿por qué otra cosa vuelve una mujer al antiguo amante sino para asegurarse de que todavía es capaz de seducirlo? ¿Y para explicarle virtuosamente por qué lo ha dejado?

Las mujeres mienten, mienten siempre y a toda costa. Y no hay que asombrarse: tienen la mentira en los mismos genitales. ¿Quién sabrá nunca cuándo ha gozado una mujer?

No es de ningún modo ridículo o absurdo que, pensando en matarse, a uno le fastidie y le espante caer bajo un coche o enfermarse. Dejando de lado la cuestión de mayor o menor dolor, hay que tener en cuenta que querer matarse es desear que la propia muerte tenga un significado, sea una suprema elección, un acto inconfundible. Por eso es natural que el suicida no tolere el pensamiento de caer por casualidad bajo un coche o reventar de pulmonía o algo tan carente de sentido. Cuidado, por lo tanto, a las encrucijadas y a las corrientes de aire.

Amar a otra persona es como decir: de ahora en adelante esta otra persona pensará en mi felicidad más que en la suya. ¿Hay algo más imprudente?

Si te ha ido mal con ella, que era todos tus sueños, ¿con quién te podría ir bien nunca?

Quien no está celoso hasta de las bombachas de su mujer, no está realmente enamorado.

¿Hay algo más profundo y sutil que el gesto infantil del amante que besa los pezones de la amada?

O con amor o con odio, pero siempre con violencia.

La tragedia de siempre: sabe hacerse amar sólo quien sabe hacerse odiar, por la misma persona.

Y acordarse sobre todo de que hacer poesías es como hacer el amor: nunca se sabrá si el propio gozo es compartido.

Que en el amor un clavo saca otro clavo será verdad para las mujeres, para las que el problema es precisamente cómo encontrar otro clavo que clavarse en la cavidad, pero para los hombres, que sólo tienen un clavo, eso es una ridiculez.

Si es verdad que nos acostumbramos al dolor, ¿cómo es posible que con el transcurrir de los años se sufra cada vez más?

Lo único que cuenta en el amor es tener a la mujer en la cama y la casa: todo los demás son mentiras, patrañas, sucias patrañas.

Pasaba la noche frente al espejo para hacerme compañia…

Ir al infierno no es nada; volver de allí es atroz.

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   Me gustaría que los pensamientos anteriores fuesen míos. Pero no lo son. Pertencen a un autor italiano del siglo XX. Lo leí por primera vez a los dieciocho años. Recuerdo la tarde de verano en que me compré el libro. Me senté en un bar y no paré de leer casi hasta terminar el libro. Se hizo de noche y yo seguía metiendo la nariz en una escritura cautivante y concisa. Pedí una cerveza y luego otra y luego otra y me emborraché. Pero no era sólo el alcohol lo que me embriagaba. «Todo esto lo hubiera querido haber escrito yo», pensé. A veces me espanta considerar que uno puede congeniar con personas que no ha conocido, que nunca va a conocer. Durante años este libro quedo perdido entre los otros libros de mi biblioteca. Hace poco apareció debajo de mi almohada. No recuerdo cuándo lo volvía a agarrar de la biblioteca ni cómo llegó hasta mi cama. Estos son los fragmentos que me apresaron aquella tarde. El mito dice que este autor llamó a tres mujeres antes de suicidarse y ninguna de ellas le atendió el teléfono. Así es la vida, suelen decir las personas. Y claro, eso no significa absolutamene nada.

Un comentario

  1. Genial.Sencillamente genial.



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